Galicia celebró el pasado domingo la cita electoral más atípica de su historia. Por primera vez los gallegos han ido a votar en medio de una pandemia y con unas medidas de seguridad sin precedentes. Es por ello por lo que la participación fue de las más bajas de la historia de la comunidad autónoma, subiendo la abstención alrededor de 5 puntos y, con una afluencia del 58,84% de los electores. Hay que remontarse a mitad de los años 80 para encontrar una marca similar.
En Galicia ha ganado la estabilidad y la moderación. En plena crisis sanitaria los gallegos no han querido cambios. Así, la jornada electoral del 12 de julio se resume en el continuismo de Feijóo al frente de la Xunta, el auge del nacionalismo gallego y la desaparición en el Parlamento Gallego de las Mareas, la marca gallega de Unidas Podemos. Lo que hace que el hemiciclo autonómico vuelva al tripartidismo que caracterizó la política parlamentaria gallega durante décadas, algo insólito en la política actual.
Ni el coronavirus ni la abstención pudieron arrebatarle la mayoría absoluta al Partido Popular de Galicia. Feijóo, no sólo gana las elecciones, sino que logra su mejor resultado, consiguiendo su cuarta mayoría absoluta, que se podría calificar de histórica y de proeza electoral en estos tiempos en los que los ciudadanos estamos acostumbrados al multipartidismo político con Parlamentos muy fragmentados y a los gobiernos formados tras unos pactos políticos , a veces imposibles, entre las distintas formaciones.
El presidente de los populares gallegos, se presentaba a estas elecciones en un escenario de “todos contra la mayoría absoluta de Feijóo”. Por una parte las seis formaciones políticas con las cuales se midió cara a cara en un debate a siete, del que Nuñez Feijóo salió airoso priorizando la puesta en valor de su gestión más que hablar de nuevas propuestas de futuro. Por otra parte, el otro gran enemigo de Feijóo en esta campaña, eran las encuestas que le daban como un claro ganador con una mayoría absoluta holgada; los populares lo sabían y por eso utilizaron la última etapa de la campaña en pedir a los votantes que no diesen nada por hecho, que no se confiasen y que acudiesen a votar.
El PP gallego y Feijóo diseñaron e hicieron su propia campaña, una campaña atípica, marcada de inicio a fin por el coronavirus, en la que Feijóo, al igual que en anteriores ocasiones, se recorrió todos los rincones de Galicia y realizó los mismos mítines y encuentros que en las citas anteriores le dieron el triunfo electoral. Los populares realizaron una campaña en positivo, eludiendo hablar y descalificar a sus adversarios políticos; reivindicando experiencia, gestión y estabilidad . Presentándose ante los electores como un político sólido, que “nunca ha prometido cosas imposibles”, avalado por sus logros y el trabajo bien hecho y con un claro proyecto de futuro para Galicia, frente a los “experimentos políticos” y un multigobierno de incertidumbre compuesto tras los pactos electorales.
Núñez Feijóo es un político hecho a sí mismo, con una rápida y brillante trayectoria, basada en el trabajo y el esfuerzo. Llegó a Galicia de la mano del presidente Fraga en el año 2003 como Consejero de Política territorial, obras públicas y transporte y en solo un año Fraga ya lo nombró vicepresidente. Tras la pérdida de la mayoría absoluta en las elecciones de 2005, Feijóo es elegido presidente del Partido Popular de Galicia en un ejemplar congreso, con el que logró no sólo la presidencia del partido relevando a una figura como Manuel Fraga, sino que también, y lo más importante consiguió unir y reforzar a un partido algo dividido tras la pérdida de las elecciones y la marcha de Fraga al Senado.
Feijóo logró esta presidencia a base de esfuerzo y sin ninguna infraestructura. Recorriéndose durante meses con su propio coche todos y cada uno de los pueblos y rincones de Galicia, para conocer a los alcaldes, presidentes locales, afiliados y simpatizantes, que eran el motor del PPdeG en ese momento. Ante ellos se presentaba como un gallego trabajador, un hombre de pueblo y apelando a su origen humilde para contrarrestar las críticas de sus adversarios que le tachaban de oportunista y recién llegado a la política gallega desde Madrid. Y así, de pueblo por pueblo, consiguió convencer a todos de su valía y de su gran proyecto para el Partido Popular de Galicia, un proyecto de modernización continuando el legado de Fraga y consiguiendo, con un discurso moderado y galleguista el gran partido de centro galleguista que en la actualidad es. Como buen político, Feijóo sabía que sin partido nunca habría gobierno.
Y llegaron los años como líder de la oposición, durante este tiempo , el ya presidente de los populares, volvió a recorrerse uno a uno todos los rincones de la comunidad gallega, para presentarse esta vez ante los ciudadanos. Feijóo no solo se recorrió Galicia, sino que sin olvidarse de los gallegos del exterior y viajó a todos los países de América y Europa donde existe una comunidad gallega. Y así fue como, tras solo cuatro años de un gran trabajo y brillante oposición, el actual presidente de la Xunta, logró su primera mayoría absoluta en 2009. Algo que a priori parecía muy complicado por ser la primera vez que se presentaba a una cita electoral.
A lo largo de su trayectoria como presidente de la Xunta, consiguió superar la crisis económica de los primeros años de gobierno, poniendo en marcha unas políticas de austeridad sin precedentes hasta el momento en política, y ahora ha vuelto a ganar las elecciones superando la peor crisis sanitaria de la historia y con un partido a nivel nacional un poco desgastado.
Estamos ante un político con talento y con talante, con un gran talento en la oratoria, un gran parlamentario y orador como se puede comprobar en sus intervenciones públicas, pero también es un gestor con un gran talante democrático y conciliador a la hora de desempeñar su labor como jefe del ejecutivo autonómico. Lo que le hace también ganar en las distancias cortas. Muchos lo tachan de ejercer una política muy individualista y presidencialista, pero lo cierto es que Feijóo es un hombre de equipo. Su núcleo de colaboradores más cercano lleva siendo prácticamente el mismo desde el año 2009 y en algunos casos desde que llegó a Galicia en el año 2003. Feijóo ha logrado crear y mantener un equipo unido entorno a su figura, que se puede decir que son en gran parte los también responsables y artífices de sus éxitos electorales.
Tras once años como presidente de la Xunta, este domingo llegó su cuarta mayoría absoluta, un triunfo que engrandece al líder gallego. Y así en la noche electoral, pudimos ver a un Feijoo exultante, saludando a sus colaboradores, apoderados y militantes y celebrando su victoria, bajo el ritmo de la canción discotequera “One more time” de Daft Punk y no del himno oficial del Partido Popular. El pasado domingo, Feijóo, se dirigío a los electores dando las gracias a Galicia: “sin Galicia no sería nada en política y los gallegos cuando se trata de Galicia siempre están ahí” y prometiendo que gobernará para todos hasta el final de la legislatura. Dejando, de este modo, cerrada la puerta de asumir un posible liderazgo del PP a nivel nacional.
Y si el Partido Popular fue el gran triunfador electoral en Galicia, el otro gran vencedor de la noche y que merece una mención especial es el ascenso de la izquierda nacionalista gallega.
El Bloque Nacionalista Gallego, consiguió en estos comicios el mejor resultado de su historia. La formación nacionalista, liderada por Ana Pontón, se ha convertido en el segundo partido en Galicia situándose por encima de los socialistas, con un ascenso espectacular pasando de 6 a 19 diputados.
Ana Pontón, que aspiraba a ser la primera presidenta de la Xunta de Galicia, realizó una gran campaña de proximidad centrada más en exponer sus políticas sociales que en sus ideales nacionalistas y le dio sus frutos.
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Ana Gómez
Directora de PROA en Galicia