Un grupo de expertos de la firma de consultoría estratégica Boston Consulting Group (BCG) ha elaborado un informe sobre el impacto del COVID-19 en la industria financiera global. Impacto que estos expertos estiman muy profundo, en tanto que acelerará la transformación del sector hacia un escenario de best practices y prioridades diferente al actual. Cambios que se irán materializando de forma progresiva, en una sucesión de tres fases temporales en el corto, medio y largo plazo.
La previsión de un escenario de caída del Return on Equity (ROE) que oscila entre 6 p.p y 11 p.p para el conjunto de las entidades, provocada por los efectos en la economía de coronavirus, supone para BCG el catalizador de la aceleración de estos cambios radicales en el nuevo mapa del sector financiero que se va a configurar.
Porque, según BCG, la menor rentabilidad del negocio bancario, junto a otros factores como los tipos de interés en niveles mínimos, o el incremento de la morosidad tanto entre particulares como entre pymes y corporaciones, facilitarán la consolidación de nuevos modelos de negocio diferentes a los tradicionales, afectados por el estrechamiento de márgenes y la mayor presión en costes.
En este entorno la digitalización será clave, como alternativa para potenciar la eficiencia en los nuevos modelos tanto en la distribución de productos y servicios, como en el relacionamiento con clientes. Para BCG, las entidades deben acometer una transformación estructural de su modelo de negocio, diseñando nuevos portfolios de productos más eficientes y adaptados al entorno económico y las necesidades de los clientes, y creando una nueva experiencia de cliente mucho más apoyada en la interlocución vía canales digitales que a través de la presencia física en oficinas bancarias y otros espacios.
Fases de la transformación
Según los expertos de BCG, este proceso de transformación que afectará al conjunto de instituciones financieras, se desarrollará en tres fases temporales.
Primera fase: En el corto plazo, el foco de las entidades estará puesto en la gestión de las prioridades inmediatas, tanto de los empleados como de los clientes, provocadas por el confinamiento físico de las personas.
Segunda fase: En el medio plazo (entre 12 y 18 meses), BCG prevé un periodo “hibrido”, en el cual las entidades deberán afrontar una serie de presiones desde distintos campos de su actividad para adaptarse a las nuevas realidades. Cada desafío deberá ser resuelto a través de la puesta en marcha de un plan de acción por parte de las entidades financieras.
- Atención necesidades de clientes: Los bancos deberán incrementar su nivel de atención a los clientes través de canales digitales, y deberán dar respuesta a problemas provocados en la economía por la pandemia, tales como crisis de liquidez en las empresas, o el aumento de niveles de morosidad en la base de clientes minoristas. Asimismo, deberán desarrollar respuestas eficaces para la mayor necesidad de asesoramiento en inversiones con menor riesgo.
- Protección a sus empleados.Los bancos deberán preservar la salud de sus empleados en el momento actual, y cuando regresen a sus puestos de trabajo. Circunstancia que generará la toma de decisiones difíciles en cuanto a reducción de oficinas, centros de negocio, salas de trading, o sedes corporativas.
- Gestión de los riesgos. El aumento de impagos y quiebras en las empresas, sobre todo en los sectores más afectados por el coronavirus, incrementará los riesgos de insolvencia de contrapartes, especialmente en entidades muy apalancadas a la volatilidad del mercado. Asimismo, crecerán los riesgos operacionales provocados por la menor motivación de los equipos debido a la distancia social, y la posible caída en la enfermedad de personas clave. Otros riesgos a tener en cuenta son los relacionados con la ciberseguridad.
- Aplicación de las ayudas públicas. Los bancos deberán desarrollar los programas de ayuda a la liquidez aprobados por las instituciones públicas y los gobiernos, trasladando los estímulos recibidos a través de nuevas líneas crediticias, y gestionando su cartera de préstamos. Protegiendo al mismo tiempo, sus niveles de solvencia en un entorno de alta incertidumbre.
Tercera fase: En el largo plazo, las profundas transformaciones que tendrán que acometer los bancos configurarán un nuevo mapa del sector financiero. En el cual, los ganadores serán aquellas entidades que adopten las best practices que requerirán los cambios en la actividad bancaria: nuevos modos de trabajo, nuevas expectativas del cliente y de los grupos de interés, y nuevos modelos de relación basados en la digitalización.
Seguridad
Un nuevo escenario para la actividad bancaria en el cual, la seguridad será un criterio básico. Tanto para la atención a clientes particulares, en cuestiones sanitarias y en el impacto de la evolución del ciclo en sus ahorros, como para los clientes corporativos, en relación a sus necesidades de liquidez tanto propias, como de sus proveedores y sus clientes. Sin olvidar la aspiración a inversiones con mayor seguridad y menor riesgo, así como la creciente demanda de aplicación de criterios de sostenibilidad (ESG) en las actividades financieras.
En conclusión, Boston Consulting Group anticipa la consolidación de un nuevo escenario futuro en el sector financiero, provocado por los cambios drásticos que el coronavirus está generando en la economía, y en la sociedad. Entorno al cual todos los jugadores deberán adaptarse, si no quieren perder niveles de eficiencia en sus modelos de negocio, y capacidad de satisfacer las necesidades de sus clientes.
Javier Ferrer
Responsable del Área de Comunicación Financiera de Proa Comunicación