La crisis del coronavirus está cambiando la forma en que nos relacionamos, también la existente entre los profesionales de la comunicación corporativa y los periodistas.
Las ruedas de prensa en las que los periodistas coincidían con los miembros de los gabinetes de comunicación de una empresa o de un organismo público permitían un mayor intercambio de información y establecer un clima de confianza entre unos y otros.
Con los años he aprendido que, siempre, en una rueda de prensa, aunque sea por un asunto a priori menor o poco importante, es posible extraer informaciones o contactos con los que no se contaba en un principio: Una declaración de alguien inesperada; una información que desconocía; o la posibilidad de conocer a una persona que en el futuro me podría ser de utilidad para elaborar alguna información. Se echan de menos ahora esas ruedas de prensa en las que los periodistas tratábamos de poner en un apuro al convocante, extraer una manifestación que sirviera para armar un titular potente. Solo hay que ver las convocatorias de prensa organizadas por el Gobierno en la actualidad para entender que de las mismas es complicado forzar una declaración noticiosa. No hay prácticamente posibilidad de repreguntar, de insistir en una determinada cuestión.
También parecen ahora lejanos las entrevistas o encuentros privados que los redactores de un medio pudiéramos mantener con representantes de sociedades o de una Administración mediante la intermediación del profesional de comunicación. Ahora, la comunicación se realiza básicamente mediante el teléfono o el correo electrónico, o a través de plataformas que nos conectan a unos y otros en persona. Y posiblemente este formato, aunque se vaya relajando el número de contagios y fallecidos por coronavirus, se mantenga en el futuro.
El coronavirus no ha cambiado la esencia del periodismo, y tampoco la de la comunicación corporativa. Pero los formatos de encuentro de ahora entre unos y otros, y también de los periodistas con sus fuentes, reducen el clima de confianza. Esto dificulta la labor del periodista, sacar una noticia, y también el trabajo de comunicación de los gabinetes de prensa. Si antes recibía 500 correos electrónicos al día, ahora, desde que estalló la crisis del coronavirus, recibo 1.000, o más. Y borro la mayoría de ellos. Soy consciente de que tras esos correos hay una persona que se ha dedicado a redactar el comunicado, que se ha esforzado en ello y en enviarlo a mi correo, aunque no me conozca de nada y sea la primera vez que lo haga. Además, estos días, muchos de esos mensajes cuentan una donación, una acción de una empresa dirigida, dentro de sus posibilidades, a contribuir en la lucha contra la pandemia. Pero me es imposible abrirlos todos, menos aun leerlos; si lo hiciera no tendría tiempo para nada más.
La esencia del periodismo sigue siendo la misma, publicar noticias. Vivimos un momento histórico y los periodistas debemos aprovecharlo. Pero el envío torrencial de comunicados a diestro y siniestro no sirve para nada. Entiendo que para los gabinetes de comunicación es complicado hacer ver a la dirección de la empresa que, por muy importante que crean que es lo que quieren comunicar, no es algo que le interese a todo el mundo.
Es momento ahora de ser selectivo. ¿Quieres llamar la atención de un periodista? Haz lo de siempre, cuéntale en exclusiva una noticia.
Alberto Ortín
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. También ha cursado estudios universitarios, en la UNED, de Derecho y Filosofía. Ha trabajado más de 20 años en prensa económica, en Cinco Días y, en los últimos cinco años, en Vozpopuli.com. También ha trabajado en Canal +, en varias radios de Madrid, entre otros medios. Fundador y director, entre 2000 y 2003, del portal Elnie.com, destinado a la población inmigrante en España.