El otro día me encontré con un viejo amigo. Luis. Tiene 42 años. Vive solo en Madrid. En un pequeño apartamento.Y es un acérrimo fan del programa de Alberto Chicote. Pero, curiosamente, no le gusta la cocina. Lo que le gusta es otra cosa. Luis forma parte de ese colectivo que se ha enganchado al fenómeno de la televisión social o Social TV, que en inglés siempre parece que suena mejor.
¿Que qué es eso? Podemos enredarnos con definiciones complejas (en realidad, el concepto es bastante amplio porque hace referencia a todo lo que tiene que ver con la televisión interactiva (aquí puedes ver todo lo que abarca), pero mi amigo Luis ofrece una sencilla explicación de este fenómeno: sentarse en el sofá para ver la televisión no sólo con el mando a mano, sino también con el móvil o el iPad para así poder ir comentando la jugada. ¿Dónde y con quién se comenta? Hay varias opciones (y aplicaciones específicas) pero la que parece que está ganando la carrera es Twitter. Utilizando el hashtag que el presentador se encarga de recordar –si no aparece fijo en el lateral de la pantalla- uno va viendo el programa y viendo o lanzando los comentarios que genera.
¿No me digan que no nunca han practicado la televisión social? Pues serán de los pocos. Según un reciente estudio de Nielsen, el 80% de los telespectadores utiliza su dispositivo móvil como segunda pantalla mientras ve la televisión.
Y según otro estudio, en este caso de Viacom, el 72% de los usuarios comenta en redes sociales con sus amigos los programas que están viendo. Este fin de semana, sin ir más lejos, la gala solidaria de Tu Cara Me Suena, de Antena 3 (sí, esa que ganó Roko con su imitación de Amy Winehouse y que fue seguida por más de dos millones de espectadores, el 17% de la audiencia) batió records en Twitter con más de 81.000 comentarios. Unos 311 comentarios por minuto, para que se hagan una idea más precisa. El programa logró 32 trending topics nacionales y 15 mundiales.
Esto mismo o parecido se puede decir de otros muchos programas de televisión españoles… y extranjeros.
Lógicamente, las televisiones están encantadas con un fenómeno que ya están poniendo en valor ante los anunciantes. Nielsen y Twitter ya han empezado a medirlo para ellos.Y los responsables de comunicación, márketing y publicidad de las empresas, siempre atentos a todo aquello que les permita acercarse más a los clientes, toman buena nota de esta nueva forma de ver la televisión.
Pero ¿estamos realmente ante un cambio en los hábitos de consumo de los espectadores, como dicen las cadenas y algunos expertos?
Sinceramente, yo creo que no. Y permítanme que sea transgresora. En realidad, salvadas las distancias tecnológicas, estamos ante una vuelta al pasado.
Piensen un poco. ¿No recuerdan ya aquella vieja estampa de toda la familia en torno al sofá viendo un programa de televisión y comentando la jugada y pidiendo callar a los demás no perder el hilo? Eurovisión -en sus viejos buenos tiempos, claro- era una de esas citas, como el Un, Dos, Tres. Igual que otras muchas, cuando la televisión era ese aparato que reunía a la familia en torno al sofá y no un artilugio que, como ahora ocurre, se ha multiplicado como el milagro de los panes y los peces y está en el salón, en la cocina, en los dormitorios, en las terrazas… y, en algún caso, hasta en el baño. Sí, sí, en el baño.
Lo que ha hecho Twitter y otras redes sociales es devolvernos ese placer de ver la televisión en compañía, poder ver y comentar, compartir las emociones que nos genera… Con la diferencia de que ahora no hace falta ni estar físicamente juntos. Ni que los amigos sean amigos. Lo que han hecho las redes sociales es ampliar las opciones para que los humanos cubramos esa necesidad tan primaria, tan nuestra: comunicarnos, compartir con otros nuestras emociones, ideas, sentimientos, sugerencias, alegrías, rabias, odios… Pero eso, sintiéndolo mucho por aquellos que todavía se resisten a caer en las redes sociales, no me queda más remedio que advertir ni son ni serán una moda. Han venido y están aquí para quedarse. Porque se asientan sobre algo intrínseco al ser humano: su necesidad de comunicarse y socializar con los demás.
Así que no nos volvamos locos. Visto desde un punto de vista tecnológico, es verdad que estamos ante una gran revolución. Pero visto desde el punto de vista sociológico, las redes sociales no son más que el reflejo en otro espejo –vale, sí, un espejo en el que la realidad aparece aumentada y corre mucho más rápido- de situaciones que ya conocemos y hemos vivido en el pasado. Con la única -e importante diferencia- de que ahora no están sometidas a los corsés del mundo físico. Y eso, desde un punto de vista humano, debería verse como un elemento positivo.
@consuelocalle_
Directora de Proa Comunicación