Sobre la incompetencia

En su célebre ensayo sobre la incompetencia militar (‘On The Psychology of Military Incompetence’), el doctor Norman Dixon expone una serie de aspectos que aparecen con sospechosa regularidad en la gestión de los grandes desastres militares de la historia. Son los 14 puntos de Dixon (se ve que los decálogos aún no estaban de moda en 1976):

– Un grave desperdicio de recursos humanos y el incumplimiento de uno de los primeros principios de la guerra: la economía de fuerzas.

– Un conservadurismo fundamental (aferrarse a tradiciones anquilosadas e incapacidad para sacar partido de la experiencia).

– Una tendencia a rechazar o ignorar informaciones que sean indigestas o que choquen contra prejuicios.

– Tendencia a subestimar al enemigo y a sobreestimar el potencial propio.

080313_dixon– Falta de decisión y tendencia a abdicar de la obligación de tomar decisiones.

– Una obstinada persistencia en llevar a cabo una determinada tarea, a pesar de la presencia de pruebas decisivas en sentido contrario.

– Desaprovechamiento de las posibilidades ofrecidas por una situación ventajosa.

– Falta de reconocimiento adecuado.

– Predilección por los ataques frontales, a menudo dirigidos contra el punto más fuerte del enemigo.

– Fe en la fuerza bruta.

– Falta de utilización de técnicas como la sorpresa.

– Indebida predisposición a encontrar víctimas propiciatorias para los reveses militares.

– Supresión o distorsión de las noticias del frente, justificada generalmente por la necesidad de conservar la moral o la seguridad.

– Creencia en fuerzas míticas, como el destino o la mala suerte.

Si hacemos el ejercicio de despojar al listado de sus connotaciones bélicas (algo tan simple como sustituir enemigo por competidor, militar por comercial o frente por mercado), obtendremos un valioso manual para evitar las conductas que llevan al desastre en nuestras organizaciones. Un manual para aquellos que ejercen el liderazgo al más alto nivel y que, en lo que a comunicación se refiere, menciona dos cuestiones de rabiosa actualidad: la tendencia a distorsionar o suprimir las malas noticias y la tendencia a rechazar o ignorar informaciones que choquen con nuestros prejuicios. La lección es sencilla: el camino hacia el desastre está empedrado de informaciones valiosas que, al margen de toda lógica, preferimos dejar de lado para seguir haciendo “lo que siempre se ha hecho”.

Luis Sala

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