La aceleración que ha contagiado nuestras vidas ha llegado también a los ciclos políticos. Un mes en el siglo XXI es mucho más que un año del siglo XX, y un año equivale a una década. Cuando la moción de censura que llevó al gobierno a Pedro Sánchez de la mano de un grupo heterogéneo de socios nos parece parte de la historia, la foto que sale del 26 de mayo deja antigua, en muy poco tiempo, la instantánea de los resultados electorales del pasado 28 de abril.
Hace menos de un mes, el PSOE lograba una mayoría parlamentaria amplia aunque débil, Vox había entrado con una fuerza inusitada en el panorama político español y Ciudadanos reivindicaba un lugar en la mesa de los mayores, y muchos se precipitaban en proclamar a Rivera el líder de la oposición. Poco queda de todo aquello, los resultados electorales de ayer vuelven a dibujar un mapa político que pocos se atrevían a vaticinar hace menos de un mes.
El cambio más llamativo está relacionado con el Partido Popular, al que muchos se precipitaron a enterrar en abril. En un mes el Partido Popular ha mejorado entre 4 y 6 puntos en porcentaje del voto (entre 400.000 y un millón de votos más en europeas y municipales), superando en ambas la simbólica barrera del 20%. A pesar de obtener un resultado peor que el de 2015, con más de 20.000 concejales en toda España, el PP está en condiciones de alcanzar el gobierno en más capitales de provincia (23), y en más ciudades importantes (45 de más de 50.000 habitantes), incluida la Comunidad de Madrid y la capital de España. Además, tienen el gobierno a golpe de pacto en cuatro comunidades autónomas (que se sumarían a Galicia y a Andalucía), casi la mitad de la población española, y tiene el Gobierno de Navarra al alcance de la abstención socialista, gracias a su unión con Ciudadanos y UPN.
Las elecciones de este domingo ponen de manifiesto que la única alternativa al PSOE en toda España es el Partido Popular. La diferencia con Ciudadanos es de entre 2 y 3 millones de votos (según que elección de ámbito nacional queramos escoger). Vox ha perdido entre la mitad y dos tercios de sus votos y el PP es la alternativa de gobierno al PSOE en todas las provincias y en todas las capitales de provincia de España.
Más allá de mantener el poder territorial estos resultados tienen una consecuencia estratégica esencial, al poner a Ciudadanos en una encrucijada estratégica que puede determinar su futuro político: volver a convertirse en un partido bisagra, que pone y quita gobiernos o, a pesar de los resultados, seguir trabajando para liderar la oposición, aunque sea dentro de cuatro años.
Pero, no lo duden, en los próximos meses todo puede volver a cambiar.