¿Creces o te entretienes?

Uno de los mayores problemas del mercado de servicios de formación y coaching en habilidades directivas es que fácilmente confundimos el entretenimiento con crecimiento. No sólo los clientes, sino incluso los propios formadores confunden el arte de crecer como persona y como líder con la enorme diversión de jugar a los tests de personalidad. ¿Y tú? ¿creces o te entretienes?

Veamos algunos ejemplos de entretenimiento. El primero y más típico es el conferenciante. Un comité de dirección quiere hacer teambuilding sin que le toquen mucho las ampollas. Hablamos de hombres y mujeres que viven y trabajan a la defensiva desde hace años para escaquearse de los marrones que no pueden resolver y maximizar los resultados de su trabajo. Son escépticos a todo lo que no se exprese con números, digamos.

Recursos Humanos contrata a un conferenciante estupendo que cuenta exactamente el mismo rollo en todos los sitios a los que va. Es un rollo bonito, intelectualmente estimulante, sazonado con la dosis justa de experimentos de neurociencia y estudios de Harvard, y lo cuenta con gracia y voz de locutor de radio. Muy bien. Los directivos escuchan embelesados un montón de verdades que no dejan de ser puro sentido común, y si se aburren consultan emails en su teléfono o envían whatsapps durante la conferencia.

No importa realmente si atienden o no al rollo del conferenciante. Al conferenciante le encanta escuchar su propia voz. Nadie les pone en el aprieto de responder a una pregunta personal, y como mucho les piden debatir sobre una tercera persona o un “caso de negocio”, de modo que no arriesgan nada y pueden ofrecer opiniones alegremente sin consecuencias. Luego se pegan una cena opulenta, se abrazan y se dicen algunas cosas bonitas después de unos vinos, y todos a casa. En realidad no ha cambiado nada en este equipo. Siguen hablándose con palabros estratégicos para evitar entrar en el histórico de problemas y malos rollos que se mueve cual fantasma sobre el techo de la sala de juntas. Pero han cumplido con la tarea de formación en habilidades y pueden quitar este deber de su lista de tareas.

Otro ejemplo de entretenimiento son las decenas de encuestas con licencia de uso al estilo americano, en las que el directivo responde a 200 preguntas para que le envíen un informe chulísimo lleno de colores y gráficos en el que le dicen que es un tipo determinado de persona, o un perfil de jugador, u otras versiones intelectualizadas y sofisticadas de lo que viene a ser un test de personalidad como los de las revistas femeninas de toda la vida.

Vaya sacrilegio acabo de decir. ¡Con las décadas de investigación académica que justifican los cuantiosos precios de las licencias a pagar cada vez que un ejecutivo rellena esta encuesta! Es muy entretenido porque está lleno de datos, colores y gráficos. Pero no cambia el comportamiento. Como mucho nos señala alguna tendencia que deberíamos pensar en cambiar. Cómo cambiarlo ya no saben cómo decirnos.

Y bueno, en los últimos diez años todo el mundo se ha hecho experto en neurociencia y nos puede llegar a montar un circuito de preguntas, ejercicios y diversiones intelectuales de lo más sofisticado apoyado en conclusiones de estudios que siguen siendo incapaces de explicar los misterios de la mente humana. Más entretenimiento.

No estoy diciendo que no sea de mucha calidad, y no dudo de que es divertido y se pasa un buen rato haciendo estas actividades de formación. Lo que digo es que el entretenimiento no es crecimiento. Y sin crecimiento, no hay un cambio de comportamiento real ni duradero.

Un cliente hace poco me dijo que la primera vez que lo había llevado a él y a su equipo a la montaña y les había pedido que hablasen sobre lo que ocurría en sus reuniones se habían sentido prácticamente violados. Es un cliente muy bromista y exagera totalmente con la expresión, pero está apuntando a una sensación muy incómoda que uno no tiene cuando está jugando al entretenimiento.

El crecimiento es un cambio irreversible de la percepción. Un cambio a más, de modo que uno empieza a ver cosas que antes no veía. Y una vez que las ve, ya no puede dejar de verlas. Y sólo por verlas, empiezan a cambiar cosas en su forma de comportarse. En el caso de este cliente yo les había señalado que la dinámica de interacción del equipo era llamativamente agresiva. Con bromas, ironías y dobles sentidos volaban puñales entre ellos. Pero ellos no se daban cuenta porque lo hacían desde siempre.

Cuando volví a llevar al mismo equipo a hacer otro programa dos años después había desaparecido por completo esta agresividad. Las bromas, ironías y dobles sentidos seguían animando sus conversaciones, pero habían aprendido a volcar la frustración y los conflictos en sitios seguros para que no afectasen al clima del equipo. Ni al clima de los equipos que cada uno dirigía a su vez.

«Me he dado cuenta de que antes yo…»

El momento en el que un experto como yo llega a decirle a un señor hecho y derecho que observa un vicio, o un exceso o carencia en su comportamiento, no tiene absolutamente nada de entretenido. Es el tipo de feedback que trastoca nuestros esquemas mentales y nos hace sentirnos muy vulnerables. Y cuanta más razón tiene el experto más duele escucharlo, porque según caen las palabras en nuestra mente se alinean ante nosotros todas las situaciones pasadas en las que hemos hecho las cosas peor de lo que pensábamos.

“Me he dado cuenta de que antes yo …” es el tipo de reflexión que sale de una acción de formación que ha generado crecimiento real. Este es el cambio de percepción que abre la puerta a mejores progresivas del comportamiento en los meses siguientes. Y esta forma de formularlo demuestra una toma de responsabilidad sobre cómo hacíamos las cosas antes y cómo empezaremos a hacerlas ahora.

Si te estás dando cuenta de que has estado haciendo muchas formaciones divertidas que no generaron incomodidad ni cambios de percepción en tu mente, probablemente acabas de entender la enorme diferencia que hay entre hacer crecimiento personal y disfrutar del entretenimiento ejecutivo.

Y cuando aprendes a hacer crecimiento personal todos los entretenimientos empiezan a resultarte aburridos porque te picas con el misterio que es tu propia mente y el reto que supone reinterpretar tu propia historia para desafiar a tu destino.

Crecer como persona es un camino lleno de aventuras que desvela al héroe anónimo escondido dentro de nosotros mismos, y ningún líder que se precie debería conformarse con menos, por muy entretenido que llegue a ser.


Pino Bethencourt 
Coach y fundadora del Club Comprometidos

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