Héctor crea scripts para aprovisionar recursos en la nube para la empresa farmacéutica en la que trabaja. Preguntado por el negocio, responde: No me interesa.
Mario es Kaggel Master. Su pasión es la ciencia de datos. Conoce todos los recursos para encontrar relaciones entre variables. Los nombres de las columnas de las tablas que le gustan son: columna1, columna2… ¿El contenido de las columnas? No le interesa. Lo suyo es la abstracción pura. El contenido es cosa del negocio, lo suyo son los algoritmos.
Jonás da su amena charla sobre IA. Al principio de la misma arranca Unity, un motor de videojuegos. En la pantalla se ven dos muñecos tirados en el suelo. Jonás aplica un algoritmo para que aprendan a andar. Los muñecos se ven reforzados cuando la altura de los hombros se va alejando del suelo. Mientras cuenta su charla, los muñecos realizan movimientos espasmódicos y aleatorios. Poco a poco van gateando. Al final de la charla vuelve a Unity. En media hora que ha durado su alocución, los agentes humanoides se han levantado y hacen algo parecido a caminar. El algoritmo ha funcionado.
Fernando, organizador de uno de los eventos sobre IA es director de tecnología de una conocida caja de ahorros. ¿La relación entre el talento y el negocio? Es difícil, responde. En una competición los concursantes encontraron una correlación casi perfecta entre dos variables desconocidas para ellos. Una variable era la fecha de abandono de la póliza del seguro. La otra era el fallecimiento del asegurado. Esa correlación ya la conocíamos, asevera con sorna.
Se tiende a decir que no hay talento. Que faltan skills de las nuevas competencias en Big Data e IA. Pero lo cierto es que hay miles de jóvenes que disfrutan usando, refinando y creando algoritmos para problemas inventados por ellos. Por pura diversión. Son los frikis. Inteligentes, inquietos y creativos.
En el otro lado están las empresas a las que el día a día les impide abordar nuevos proyectos. Proyectos novedosos, de esos de los que se oye tanto hablar. No saben siquiera lo que se puede hacer, les suena que deberían hacer algo, pero no saben por dónde empezar.
Tradicionalmente los informáticos de una empresa lo sabían todo sobre el negocio. Los programadores sabían sobre pólizas, almacenes o cuentas corrientes. Hoy es difícil encontrar alguien que sepa tanto sobre Deep Learning como de nóminas.
El gap entre el negocio y los frikis es enorme. Los primeros no saben qué recursos algorítmicos existen. Los segundos no saben a qué asunto práctico aplicar su sabiduría. El resultado es un gigantesco malgasto del talento.
Antonio Orbe
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