La economía española está resistiendo mejor de lo esperado los embates de la desaceleración global. Es una de las principales conclusiones de la ponencia del economista Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI) en un reciente evento sobre Gestión Independiente celebrado en Madrid.
Incertidumbres globales
Ontiveros comenzó aludiendo a los últimos indicadores que cifran en el 3% el nivel de crecimiento global, en el 2% el de las economías desarrolladas, y en el 4% el de las emergentes. Desaceleración que, por tanto, se confirma y que afectará tanto a EE.UU., como a la Eurozona y a China. La acumulación de incertidumbres parece ser el detonante con algunos datos preocupantes como la sorpresiva caída en el volumen del comercio mundial de -1,3% en septiembre.
La principal de ellas es la contracción de la inversión industrial, que genera estancamiento de la productividad. Hay sectores clave como el del automóvil inmersos en crisis. Y los costes de capital (tipos de interés) se encuentran en mínimos históricos, lo que facilita el endeudamiento y reduce todavía más la inversión.
En el caso de Europa, sufre directamente las consecuencias del entorno comercial turbulento, más en concreto de China. El factor demográfico tampoco ayuda, con cifras constantes a la baja. Y Alemania, que es la economía de la Eurozona más abierta, no está creciendo, lo que condiciona al resto de los países. El PIB alemán en el segundo trimestre ha caído -0,2%.
España resiste
Al contrario que Europa, España puede resistir mejor la inminente desaceleración, porque el sector exterior sigue siendo el pilar que mantiene un promedio de crecimiento que es el doble del europeo en los últimos cuatro ejercicios.
Y ello por dos motivos. El primero, porque pese a que el déficit de la balanza de pagos es elevado, en España hay superávit en cuenta corriente del 2%, es decir, saldo positivo de las exportaciones de bienes y servicios frente a las importaciones. Y en segundo lugar, porque las medianas empresas españolas han consolidado su vocación exportadora, aumentando la diversificación tanto en productos como en países de destino.
Por ello, el sector exterior es clave, aunque no el único factor, que explica nuestra resistencia a las incertidumbres de la economía. Contamos con un tejido empresarial y de economías familiares muy sólido, favorecido sin duda por las condiciones tan laxas de financiación, que impulsan el continuo desapalancamiento (reducción de la deuda) de familias y empresas. En 2010, el nivel de recursos propios de la economía nacional en manos de particulares y empresas alcanzaba el 43%; hoy es el 66%.
Un Brexit poco duro
En cuanto al impacto del Brexit en nuestra economía, Ontiveros confirma que resistiremos mejor la salida de UK de Europa que otros países. De hecho, ya lo hemos interiorizado, por lo que se puede descartar el peor de los escenarios, una erosión del PIB del -0,6% que estimaban los analistas.
Al estar integrados en la unión aduanera con el resto de países de la Eurozona, en España no vamos a asumir costes arancelarios excesivos. Y el vigor de nuestras exportaciones es patente especialmente con el Reino Unido, donde exportamos principalmente coches y productos del sector primario.
Por otro lado, el turismo no se ha resentido por el Brexit. Muy al contrario, se ha producido un aumento de ingresos generada por los turistas británicos, ingresos que representan el 21% del total de este sector. Y el impacto de la depreciación de la libra esterlina respecto al euro es muy limitado para nuestros ingresos, porque el stock de productos españoles en Reino Unido es amplio y diversificado.
Los británicos continúan más preocupados por temas como las próximas elecciones, que por el Brexit. Y España sigue siendo uno de sus destinos favoritos para viajar, para vivir o para invertir. 385.000 ingleses viven en España y las peticiones de residencia siguen aumentando; además, el 24% de la inversión británica en España es inversión directa. Tendencia que no va a cambiar, ya que encuestas recientes indican que el 63% de las empresas británicas siguen apostando por la economía española como destino para sus inversiones.
Perspectivas optimistas y amenazas
En conclusión, España cuenta con ventajas competitivas que favorecen a nuestra economía respecto a otras a la hora de asimilar la desaceleración al caer. Ventajas como la calidad en sus empresas, el mayor volumen de inversión directa extranjera o la reducción de las primas de riesgo. Y en España no existen partidos políticos que apuesten con claridad por incumplir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Zona Euro, algo que sí se da en otros países. Por último, no hay previsiones de recesión para ninguna de las economías importantes en el mundo.
Pero, como dice Ontiveros, ¿significa ello que han desaparecido las incertidumbres? En absoluto, porque sigue habiendo síntomas inquietantes. El primero, la vulnerabilidad financiera, que por el momento preocupa más a los fondos que a los bancos. Las condiciones de financiación han abierto la veda a que otras empresas como las tecnológicas, se lancen a la actividad crediticia, generando nuevos riesgos para la economía.
Y, en segundo lugar, el alto nivel de deuda pública en las economías emergentes, afectadas por un bajo crecimiento y por la dolarización de su deuda. Ambos factores complican la capacidad de afrontar el endeudamiento de estos países, clave para poder retomar la senda del crecimiento.
Javier Ferrer
Director del Área de Comunicación Financiera de Proa Comunicación