¿Te fascina el liderazgo de Juego de Tronos?

No me cuentes más. Como mujer, como coach, y como estudiosa del liderazgo desde siempre, me desconcierta esta fascinación colectiva con una serie tan violenta. Más allá de la enorme inversión en decorados históricos, estética trabajadísima, tramas originales y – no seamos inocentes – intensivo y extensivo contenido sexual, su capacidad para cautivar a ejecutivos y políticos de alto nivel intelectual es bastante irónica. Incluso algún aspirante a ministro presume de regalarle una temporada de la serie a un mandatario nacional. Dime qué series regalas y te diré quién eres, ¿no?

El problema de los modelos de liderazgo de Juego de Tronos es su enorme destructividad. Es una reducción del liderazgo a sus cualidades más resultonas, como ser el mejor guerrero, o tener una reputación y legado familiar envidiable, o tener el dinero y recursos para ganar una batalla simplemente por aplastamiento del oponente pobre sin suficientes hombres, ¡o sin dragones!

Cuando identificamos el liderazgo con el triunfalismo acabamos por votar a hombres – sí, sobre todo a hombres – como Trump, Putin, Berlusconi, Boris Johnson, o Cristina Fernández Kirchner, por citar una mujer con cualidades similares. Si ganar a toda costa, cueste lo que cueste, es lo que encumbramos, nuestros países acaban en manos de hiper-machos-alfa: cuanto más grande mejor.

StarWars, por contraste, definía otros modelos de liderazgo más nobles y mucho más amplios. Yoda, el maestro de metro veinte con piel verde y enormes orejas puntiagudas, hablaba mucho más como un coach, o un guía espiritual, que cualquiera de los consejeros mentirosos, tramposos y manipuladores de Juego de Tronos. Las aspiraciones de los protagonistas de StarWars eran menos materiales y más humanas … justicia, verdad, auto-cuestionamiento, y lo más interesante de todo para mí: el uso proporcional de la fuerza. Cuanto más grande, más pesada la caída.

Es verdad que Juego de Tronos crea personajes heroicos y nobles de corazón, luchadores, valientes e inconformistas. El problema es que luego los destruye o pervierte completamente en favor de mayores audiencias. ¡Que se lo digan a todos los pobres padres que nombraron a sus hijas Daenerys!

Simplificando muchísimo las ocho temporadas de Juego de Tronos, lo que nos ofrecen son rivalidades y competiciones sin fin hacia un único objetivo material: el trono lleno de cuchillos. Incluso la gran mayoría de heroínas de la serie son esencialmente machos alfa. Mandan porque pueden, no porque lo hayan merecido. Asumen mucho riesgo, destruyen y matan a diestro y siniestro, y bueno, prefiero ni entrar en sus preferencias sexuales, muy alejadas de la intimidad romántica o la vulnerabilidad y la entrega sin condiciones.

Vidas de indígena

Ahora recordemos las películas de Star Wars de toda la vida. Los jedis y su entrega al servicio de “la fuerza”. Su simplicidad, sus atuendos austeros y vidas de indígena aguerrido a quien no le interesa el dinero ni el poder.

«Concéntrate en el momento. Siente, no pienses, usa tu instinto» y «La muerte, parte natural de la vida es. Regocíjate por aquellos que se transforman en la Fuerza», son frases de StarWars honradas y recordadas por millones de fans, como nos recuerda este artículo de Esquire. Incluso el romanticismo evocador de «Soy prisionero del beso que nunca debiste haberme dado» nos habla de líderes que aman, sufren, se hacen vulnerables, o se entregan a una pasión que los desborda.

Son líderes que no luchan para ganar, sino para servir, mejorar las vidas de sus seguidores, y retarse a sí mismos sin fin. La competición con otros sirve más para demostrarse a uno mismo lo que aún le queda por entrenar que otra cosa. Y constantemente esta idea de la fuerza como un ente superior o inteligente que no se puede dominar o explotar para beneficio propio. Algo intangible, difícil de percibir y sólo al alcance del corazón verdaderamente noble.

En Star Wars las mujeres que lideran no se acuestan con su hermano, no engañan a su marido, no manipulan salvajemente a su hija, ni se enganchan en juegos manipulatorios y perversos con monjas envidiosas y retorcidas. ¡Las mujeres de Juego de Tronos son lo menos parecido a una mujer real que he visto en mucho tiempo!

En tiempos de guerra, invasión y conquista, los hiper-machos-alfa son muy eficientes para maximizar objetivos. Pero teniendo en cuenta que estamos intentando vivir más en paz y cargarnos menos el planeta, habría que plantearse modelos de liderazgo más emotivos, espirituales, y más cómodos con su lado femenino. Entretanto, “¡que la fuerza nos acompañe!”


Pino Bethencourt 
Coach y fundadora del Club Comprometidos

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