Que toda campaña de comunicación ha de ser sostenida en el tiempo es una evidencia. Las peculiaridades de cada sector o compañía determinan una estrategia específica y, sin embargo, el común denominador de la comunicación es el tiempo y la dedicación, además, por supuesto, de la profesionalidad. En un mundo enfocado en resultados, la comunicación y la reputación abogan por unos resultados firmes, pero no necesariamente inmediatos. Ejercer influencia no es sencillo, requiere tiempo, planificación y estrategia. Sin embargo, perderla tan solo requiere una publicación.
Hace apenas una semana, estuvimos pensando en redactar un contenido respecto a la polémica surgida entre Steven Spielberg y Netflix a raíz de las supuestas declaraciones de una persona de confianza del director. Según Indiewire, un portavoz de su entorno afirmó: “Steven tiene una opinión muy fuerte sobre las diferencias entre cine y streaming. Le gustaría que otros se unieran a su campaña cuando surja. Veremos qué pasa”. La ‘campaña’ a la que se refería planteaba la posibilidad de que películas producidas por Netflix no estuviesen representadas en los Premios Oscar. Automáticamente, la noticia fue publicada en incontables medios nacionales e internacionales. Todos y cada uno de ellos aludieron a las palabras de la fuente cercana del director para justificar titulares como: “Steven Spielberg carga contra Netflix y reabre el debate sobre el streaming”, “el ataque de Spielberg a las películas de Netflix”, o incluso “Steven Spielberg está trabajando para que películas como ‘Roma’ nunca lleguen a los Oscar en el futuro”.
El suceso habría elevado el texto que hubiésemos publicado en Proa Comunicación hacia el debate entre las salas de cine y las plataformas de streaming, alcanzando de lleno el plano de una praxis cinematográfica que está en redefinición. El artículo habría reflejado corrientes de opinión distintas que sirviesen para dotar de argumentos a quienes aún no tienen una opinión clara al respecto, pero no habría hecho más que avivar unas dudas que es sano formularse. Sin embargo, no lo consideramos necesario por la escasa vinculación con el ámbito de la comunicación, siendo un mero artículo orientado a las tendencias de consumo audiovisual.
Al margen de una serie de tímidas respuestas por parte de actores de segundo y tercer nivel –véase Charlie Hunnam-, Alfonso Cuarón, ganador del Oscar a Mejor Director por ‘Roma’, publicó una reflexión sobre los modelos de distribución, supuestamente en respuesta a Spielberg. La principal conclusión fue: “Necesitamos que haya una mayor diversidad en la forma en la que estrenamos nuestras películas”, una respuesta correcta y elegante. Netflix, por su parte, contestó a Spielberg a través de Twitter:
We love cinema. Here are some things we also love:
-Access for people who can’t always afford, or live in towns without, theaters
-Letting everyone, everywhere enjoy releases at the same time
-Giving filmmakers more ways to share artThese things are not mutually exclusive.
— Netflix Film (@NetflixFilm) 4 de marzo de 2019
Netflix como estandarte de libertad, universalidad y conciencia artística. Irónico.
Pero, apenas una semana después, The Hollywood Reporter publica matices y cambia por completo la versión de Spielberg a través de otro portavoz. Una ‘rectificación’ que, por otro lado, no ha tenido el mismo impacto –al menos en prensa nacional- que la supuesta declaración. Y este hecho ya lo convierte en un ataque directo a la reputación del director y por eso atrajo nuestra atención.
El productor Jeffrey Katzenberg, que cofundó DreamWorks junto a Spielberg y David Geffen, declaró al medio: «Hablé con Steven sobre esto ayer. Le pregunté y me dijo: ‘En absoluto dije eso’. En realidad no dijo nada. Lo que pasó es que un periodista buscaba algo que contar y escuchó un rumor sobre Steven. Llamaron a un portavoz para obtener un comentario y, honestamente, lo retorcieron. Uno, Steven no dijo eso, y dos, él no irá a la Academia en abril con algún tipo de plan. Pero no ha opinado en absoluto, ni se ha alineado con alguna cosa específica”. ¿Qué cambia esto? Cambia todo, pero el daño ya está hecho.
Atendiendo a los datos de Google Trends de los últimos tres meses, que miden la influencia y el interés a lo largo del tiempo en lo que a cifras de búsqueda se refiere, el pico de audiencia generado por Spielberg a raíz de esta noticia es indiscutible. El 4 de marzo, día del estallido, el interés aumenta notablemente. Otra fecha, el cumpleaños del director (18 de diciembre), se acerca.
Es innegable que el propio Spielberg ha contribuido a su daño reputacional incumpliendo dos de los puntos clave de la gestión de toda crisis: el tiempo y la exposición. Dejar pasar una semana en cualquier crisis es una irresponsabilidad. Las posturas se han de definir antes y el tiempo es clave. Por ello, una semana alimentando todo tipo de críticas y debates ha jugado en su contra. Por otro lado, si no corriges la falsedad, no puedes pretender revertirla completamente a través de un tercer portavoz. Que Jeffrey Katzenberg haya tenido que ‘dar la cara’ por Spielberg denota cierta debilidad y refuerza incluso la creencia de que sigue sin ser la opinión de Steven lo que nos está llegando.
Pero, ¿y si la campaña que mencionaba la fuente anónima era cierta y el impacto organizado ha hecho recular al director? Al margen de las consideraciones personales sobre su filmografía, sobre su persona o sobre su labor, es incontestable que Spielberg es una deidad del cine. Demonizar su figura por cuestionar Netflix es solo una prueba más de la tiranía de la audiencia.
De un modo u otro, ya sea por una difamación o por una incorrecta puntualización o rectificación, el daño reputacional a Steven Spielberg ya está hecho, y no podrá ser solventado a menos que sea él mismo quien lo ponga fin. Como conclusión, es necesario apuntar que resulta algo irónico que se acusase al director de renegar de Netflix y acercar posturas a una Academia que tantas veces le ha negado el reconocimiento y que, según multitud de rumores, no le perdona haber eclipsado al cine más vanguardista de los años 70, apoyándose para ello en una serie de características más convencionales que, por otro lado, fueron las que impulsaron la edad dorada de los 50. Pero esto es ya otra historia…
Para terminar, cabe destacar que, en ocasiones, Carlos Boyero tiene razón: «Steven Spielberg es el rey, un rey con sentido, el hombre de cine total. Ojalá que el poder lo llevara gente con el talento de Spielberg».
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Álvaro Ramos Izquierdo Consultor de comunicación senior, apasionado de la condición eminentemente artística del cine y, sin embargo, mitómano de los Premios Oscar. |