Las Fuerzas Armadas españolas están directamente empeñadas desde el momento cero en la guerra biológica total contra la pandemia del coronavirus COVID-19. La contribución militar para derrotar a la letal infección vírica se produce por una razón muy sencilla.
Cuando los servicios sanitarios y sociales, la cadena de suministros de alimentos, las infraestructuras críticas terrestres, aéreas o marítimas están bajo amenaza o al borde de sus capacidades, las Fuerzas Armadas son el último seguro colectivo con que cuenta el Estado para garantizar la supervivencia y las condiciones de vida dignas de los españoles.
Con la sola presencia de militares en la calles de ciudades y pueblos de nuestro territorio nacional, así como en aeropuertos, estaciones de ferrocarril y portuarias, hospitales, centros de salud, residencias para llevar cabo tareas de desinfección o colaborar en misiones de vigilancia y apoyo a la Policía Local, Guardia Civil y Policía Nacional, nuestros compatriotas perciben que la lucha contra el coronavirus va muy en serio. Además, visualizan que las diferentes unidades militares y sus servicios logísticos están organizados y adiestrados no solo para combatir sino también para prestar ayuda y socorro inmediato a la población civil.
La vanguardia de la acción militar en la guerra total contra el implacable coronavirus que azota a la población española es la Unidad Militar de Emergencias (UME), que en la misma tarde del domingo, 15 de marzo, fecha en que se activó de forma oficial el estado de alarma, desplegó su primer millar de efectivos en Madrid, Valencia, Sevilla, Zaragoza, León, Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, las siete ciudades más próximas a donde se encuentran acuartelados los Batallones de Intervención en Emergencias de la UME.
Bajo la dirección del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el general de Aire Miguel Ángel Villarroya, el Comandante en Jefe del Mando de Operaciones (MOPS), el teniente general del Ejército de Tierra Fernando López Del Pozo ha activado la operación Balmis ‒en homenaje al médico militar alicantino (1753-1819) que llevó la vacuna de la viruela a Filipinas y la América española‒ y asume el mando directo del conjunto de las capacidades operativas, sanitarias, logísticas y de las infraestructura de la UME, la Inspección General de Sanidad (IGESAN) y las unidades militares operativa de los Ejércitos y la Armada.
De forma progresiva se ha ido ampliando el número de poblaciones y de efectivos de tal modo que el jueves, 19 de marzo, un total de 2.662 militares de la UME, Infantería de Marina, la Legión y otras unidades del Ejército de Tierra y del Aire ya estaban desplegados en 59 localidades, tanto en las principales capitales de provincia como en poblaciones de menor entidad como, por ejemplo, Alcázar de San Juan, Astorga, Avilés, Benidorm, Cariñena, Don Benito, Laredo, Linares, Leganés, Manacor, Mérida, Zafra…
Desde hospitales a panificadoras móviles
Pero, ¿cómo pueden auxiliar las unidades militares a la población civil en casos de extrema gravedad para la salud?
Las Fuerzas Armadas españolas cuentan con una extensa plantilla de médicos especialistas, enfermeros, farmacéuticos, veterinarios y psicólogos, junto con decenas de millares de militares de carrera de Tierra, Mar y Aire. En su inmensa mayoría han cumplido misiones y se han jugado la vida en escenarios de conflicto en el exterior de nuestras fronteras como Afganistán, Irak, Gabón, Líbano, Mali, República Centroafricana, Somalia, Senegal y otros muchos.
La organización militar dispone de unidades especializadas en guerra biológica que cuentan con equipos especiales para hacer frente a agentes patógenos de alta letalidad. En su conjunto, cuenta con hospitales, ambulancias y equipamientos sanitarios y está en condiciones de aportar material para levantar campamentos de forma rápida, centenares de cocinas transportables para condimentar alimentos en caliente, panificadoras, lavanderías y duchas móviles para colectividades y tienen almacenados para su inmediata distribución cientos de miles de raciones variadas de alimentación para desayunos, comidas y cenas.
A todo lo anterior se añaden decenas de generadores de electricidad y grupos electrógenos, camiones cisterna para agua y combustible, miles de vehículos de transporte de todo tipo, dimensiones y tonelajes, comunicaciones móviles vía satélite y un sinfín de servicios de transporte aéreo y naval.
Preparados para cuando se les requiera
El Ministerio de Defensa también ha alertado a alrededor de 150 médicos y unos 70 enfermeros en situación de reserva para disponer de ellos cuando la situación lo requiera, al tiempo que se han dado instrucciones a la Farmacia Militar para incrementar la producción de desinfectantes hidroalcohólicos y medicamentos genéricos. La UME también procede a habilitar comedores sociales, por ejemplo, en la Institución Ferial de Madrid (IFEMA) para facilitar alimentación y atención sanitaria a personas sin techo, en colaboración con otros ministerios.
Llama poderosamente la atención que las actuaciones de la UME en Cataluña ‒Comunidad autónoma con un alto volumen de infectados‒ se han demorado hasta el jueves, 19 de marzo, cinco días después de activarse el estado de alarma.
Hasta la citada fecha, el Ministerio de Defensa no dio el placet para que la UME procediera a realizar tareas de desinfección, apoyo o vigilancia a infraestructuras críticas en Barcelona. Un contingente de 85 militares y 28 vehículos llegó a últimas horas de la tarde de la festividad de San José a la ciudad condal y distribuyó sus efectivos entre el aeropuerto de El Prat y el puerto de Barcelona. Las autoridades de Defensa se han escudado en que el despliegue en Cataluña y el País Vasco se materializa “cuando se solicite y sea necesario”.
Respecto a la presencia de la UME en la Comunidad Autónoma Vasca, en la mañana del martes, 17 de marzo, alrededor de medio centenar de militares de la UME no alcanzaron su destino final, el aeropuerto de Vitoria, en donde al parecer estaba previsto y acordado que desinfectaran sus instalaciones para evitar el posible contagio del COVID-19 a los pasajeros que utilizan sus terminales aéreas. Al parecer, tuvieron que conformarse con llegar a la localidad de Araca ‒a unos pocos kilómetros de Vitoria‒, para proceder a desinfectar las instalaciones de la base militar con que allí cuenta el Ejército de Tierra.
Juan Pons
Asesor senior de Proa Comunicación y Coronel del Ejército