Pablo de Villota —— La importancia de que a ‘DIOS’​, en ocasiones le digan ‘NO’

El shock que nos ha producido el fallecimiento de Diego Armando Maradona, me ha traído a la memoria una jornada que compartí con el astro argentino, que me dejó una profunda huella por varios motivos.

Creo recordar que fue en 2014, cuando como responsable del Patrocinio de Fórmula 1 en el Banco Santander, organizamos mi compañera de trabajo Rocío González y yo, una actividad con medios de comunicación, donde podían compartir unos días de entrenamiento junto a Fernando Alonso en Dubai, que era el lugar donde el piloto asturiano preparaba la temporada.

Guardo un gran recuerdo de aquellos días, pues me permitió conocer mejor aun de lo que ya conocía, hasta qué punto Fernando era una persona absolutamente centrada en su profesión, en cuidar su forma física, su nutrición, su foco mental, etc.

Sin embargo, aquellos días nos trajeron una sorpresa inesperada, pues en un partido de futbol que habíamos preparado junto a Michel Salgado, -que residía en Dubai por aquellas fechas-, el crack gallego nos prometió que iba a completar las alineaciones con futbolistas profesionales como Alfonso o Salinas. Por si fuera poco privilegio para los periodistas, compartir partido o equipo con Fernando y estos fenómenos, imaginen la cara que se nos quedó a todos cuando salió del túnel de vestuarios Diego Maradona para participar en aquel partido. Como me decía entusiasmado un conocido periodista inglés ‘The fucking Diego Maradona, playing football with me. Can´t believe it!!

A pesar de su evidente sobrepeso y los muchos años alejado de la competición, podías ver magia en cada balón que tocaba, en ver como hacía fácil lo difícil. En definitiva, contemplar a alguien que tenía un don divino para jugar al fútbol, como quizá nadie más en la historia lo haya tenido.

Fué inevitable, que teniendo tan en mente esos días la profesionalidad absoluta de Fernando Alonso, que me vinieran a la cabeza, muchos pensamientos sobre lo mucho que desperdició su talento Maradona. Si siendo poco ejemplar la aplicación como deportista de Maradona, para muchos ha sido el mejor futbolista de la historia, dolía imaginar qué podría habernos dado el astro argentino, de haber sido un profesional realmente centrado en su deporte.

Aquel día, me enseñó varias cosas y quizá la mas importante de todas ellas, la capital importancia para un deportista de élite, de tener gente de su entorno que le sepa decir no, gente de confianza con autoridad moral para bajarte a la tierra, gente, que aun a riesgo de enemistarse, sepa decirle la verdad al deportista y no lo que éste quiere oir

Influenciado sin duda por su sucesión de escándalos y salidas de tono públicas, mi opinión personal sobre Maradona, la verdad es que no era muy buena. Sin embargo, cuando tienes la fortuna como fue mi caso, de conocer a la persona que hay debajo del personaje, pude descubrir fundamentalmente a una buena persona, a alguien muy vulnerable, a una persona sorprendentemente insegura y necesitada de la permanente llamada de atención y aprobación de su entorno. Esta inseguridad era algo realmente sorprendente, viniendo de alguien capaz de despertar la admiración mas inusitada con un simple movimiento del pie, pero es un problema psicológico de lo mas habitual, tan similar al de esas Top-models cercanas a la perfección corporal pero que a la vez, se sienten inseguras con su cuerpo.

No hace falta entrar en los detalles que me llevaron a esas conclusiones, pues harían larguísimo este artículo, pero aun dejando claro, que fue una simple percepción personal, aquella convivencia de un día permitió abrirme los ojos, de hasta que punto era nociva en el comportamiento de Maradona, la corte de ‘palmeros’ que llevaba consigo. Pensaba, que si tantos años después de sus años de gloria, el ‘pelusa’ cargaba con aquella ‘troupe’ tan nociva, era fácil imaginar el daño que le debió de hacer el entorno personal a lo largo de su carrera. Pensaba, hasta qué punto fue dañino no tener un padre, un hermano, un primo, un amigo de los de verdad, que pensara en antes en su bien y no en los privilegios económicos y de fama, que le daba reírle permanentemente las gracias.

No me cabe duda, que este es un problema muy común a muchos deportistas cuando la fama se les sube a la cabeza y rompen con familia, pareja o amistades de toda la vida, pero quizá pocos casos haya tan notorios y tristes como el de Diego, donde hemos visto tantas veces como su entorno lejos de protegerle, poco menos que le animaba a hacerse daño. Claro que Diego es culpable también, el principal culpable quizá, pero aquí lo que me interesa no es hacer una reflexión sobre quien es responsable y quién es víctima, sino llamar la atención de la enorme responsabilidad que tiene el círculo mas personal del deportista.

Es bastante probable, que ebrio de dinero y adulación, el deportista endiosado vaya tachando de la lista a todos lo miembros del entorno que vienen con las ‘verdades incómodas’, pero también creo que cuando un entorno se une, se hace sólido y sabe decir ‘NO’ sin fisuras a la estrella, tarde o temprano el deportista cual hijo pródigo se caerá del guindo y sabrá quienes son los que de verdad se preocupan por su bien y quienes son los que se aprovechan de sus bienes.

Descansa en paz Diego.

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Pablo de Villota
Responsable de Gestión de Patrocinio Deportivo de PROA

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