La presidenta del Global Summit of Women visita PROA antes de la cumbre de Dubái: “La comunicación desempeña un papel fundamental”

Irene Natividad es una pionera de la defensa de la participación de las mujeres en el mundo económico, empresarial y político. Como presidenta de la organización GlobeWomen Research and Education Institute y del Global Summit of Women, visitó las oficinas de PROA junto a Margarita de Cos, presidenta del capítulo español de esta organización, antes de viajar a la cumbre de Dubái, que se celebra entre el 4 y el 6 de mayo. Un encuentro mundial en el que PROA participa por primera vez de la mano de su socia directora Lucía Casanueva, en línea con su interés por los nuevos mercados globales y el intercambio de experiencias profesionales internacionales.

A sus 74 años, esta activista nacida en Manila (Filipinas), residente en Washington D.C., neoyorkina de corazón y con una mirada global, mantiene intacta la energía y la claridad de ideas con que ha trabajado durante décadas por la igualdad. Lo ha hecho como profesora en la Universidad de Columbia, líder de diferentes organizaciones políticas y de la sociedad civil de EEUU, consejera de Sallie Mae Corporation, asesora y ponente en foros como el G7, G20, Banco Mundial, OCDE, la Comisión Europea y diversas agencias de la ONU.

Nos gustaría comenzar con una pregunta más personal. ¿Cómo se convirtió en una activista por los derechos de las mujeres?

No fue un momento determinado, no hubo un gran detonante. Fue más bien una tendencia en todo lo que estaba haciendo. Cuando realicé mi tesis doctoral, versaba sobre las narrativas de las esclavas americanas. ¿Y quién elegiría eso, verdad? Porque había un centenar de relatos escritos por esclavos que se trasladaron del sur al norte para escapar, y algunos de ellos estaban escritos por mujeres. Así que elegí eso. Y cuando fui ascendiendo en el mundo académico, me convertí en jefa de algo llamado educación continua. Y la mayoría de los estudiantes eran mujeres. Así que en muchas partes de mi vida, siempre eran las mujeres y más mujeres. Por otro lado, a la vez que estaba impartiendo clases, estaba organizando políticamente a mujeres, mujeres asiático-americanas… De modo que fue más un patrón que un momento de revelación. Dejé la seguridad del mundo académico por la inseguridad de la defensa de las mujeres. Empecé en el ámbito nacional y luego pasé al mundial. El Global Summit of Women es el componente internacional de lo que he estado haciendo durante la mayor parte de mi vida.

Después de estos años de trabajo, ¿qué balance hace del grado de incorporación de la mujer a consejos de administración y a otros puestos directivos?

Está creciendo, pero ni de lejos está donde debería estar. España está haciendo algo al respecto, pero hay muchos países donde no se está haciendo nada, ni siquiera hay conciencia de que sea una prioridad situar a las mujeres en la cúpula de las empresas, no solo como trabajadoras. Así que queda mucho trabajo por hacer. Pero algunos países lo están haciendo. España cuenta con cuotas, y no me importa lo que piensen, porque funcionan. En 45 países hay actualmente cuotas de mujeres en los consejos de administración. Hace unos años, eran unos pocos países, empezando por Noruega, pero ahora se han extendido a África, Asia y el Caribe. Me sorprende que en el país al que vamos en la próxima Cumbre Mundial, Dubái, haya cuotas. Pero Bahréin tiene, Egipto tiene. Así que incluso en la región de Oriente Medio y norte de África existen cuotas para mujeres en los consejos de administración.

Por eso me enfado cuando la gente dice: «No quiero un puesto en el consejo por cuota». Yo les digo: «Supéralo. Es una puerta, así que tienes que empujar y abrir esa puerta porque te está permitiendo estar en la mesa, sentarte a la mesa y no tener que esperar a que alguien reconozca que eres maravillosa”.  Y las cuotas no son para siempre, hay una fecha límite. Pero lo que sucede es que se crea un grupo de directoras con experiencia para que la próxima vez que alguien diga: «Estoy buscando un director, y estaría bien tener a una mujer», ya tenga a un colectivo. Y esa es la parte importante. Se crean directoras experimentadas gracias a una cuota que las pone ahí.

Y, por cierto, la gente que piensa que las mujeres que entran en los consejos de administración por cuota son inexpertas o poco inteligentes están locos. Me aburrí tanto con eso que hicimos un estudio sobre si hay alguna diferencia cuando una mujer está al mando. Examinamos a mujeres CEO en 36 países, y lo que descubrimos fue que cuando una mujer está al frente de una empresa, el porcentaje de mujeres en los consejos de administración y el porcentaje de mujeres en la alta dirección es superior al de otras empresas similares. Ya sea por su propia experiencia o porque no tienen en cuenta el género cuando buscan talento, las mujeres, no importa en qué país nos fijemos, traen a otras mujeres.

¿Ha realizado algún otro estudio al respecto?

Me gusta investigar, probablemente sea un componente de mi formación académica. Hicimos otro informe donde analizamos a las mujeres que fueron nombradas miembros de consejos justo después de que Francia implementara sus cuotas. Francia tiene ahora mismo la tasa más alta del mundo, superan con creces el 40 %, incluso el 50%. Examinamos las cualificaciones de estas mujeres y fue asombroso, estaban en lo más alto. En muchos casos estaban sobre cualificadas. Ninguna empresa puede permitirse tener un director bobo, sea hombre o mujer, en este entorno competitivo en el que nos encontramos. Así que las mujeres que están siendo nombradas para los consejos deberían haberlo sido antes. Si hace falta una cuota, hagámosla, pero no basta con pensar: «Bueno, las mujeres llegarán a la cima de forma natural. La gente lo verá”. No, no lo han hecho, de lo contrario, el porcentaje de mujeres en la alta dirección sería más elevado de lo que es ahora en todo el mundo.

Alguien me preguntó una vez: «¿Por qué el porcentaje de mujeres en consejos de administración es mayor que el porcentaje de mujeres en la alta dirección?”. Porque es más fácil incorporar a mujeres de éxito que hacerlas crecer año tras año deliberadamente para llegar a la cima. No hay suficientes empresas que lo hagan. En Estados Unidos apenas el 8% de los CEO del S&P 500 son mujeres. Eso es muy bajo. Incluso he revisado en la clasificación de Forbes los salarios de los CEOS del S&P 500 y la mujer mejor pagada era la número 29. Así que es mentira que las mujeres ya hayan llegado y se haya resuelto el problema.

Todavía hay camino que recorrer hacia la igualdad.

Déjame decir por qué la igualdad es importante para la economía. Hay todo tipo de estudios que muestran que cuando las mujeres son parte importante de la economía, el PIB aumenta. Hay estudios del Banco Mundial, de Goldman Sachs… McKinsey, antes de la pandemia señaló que el 40 % del PIB mundial se debía a la actividad económica de las mujeres. Imagina si tuvieran igualdad salarial. Imagina que tuvieran acceso a los puestos de más alto rango y mejor pagados. Imagina si obtuvieran préstamos para sus empresas y pudieran crecer. Así que la igualdad es una cuestión económica para cualquier país, para cualquier economía. No se puede crecer en absoluto como empresa o como país si no pones a mujeres al frente.

La pequeña empresa, en mi opinión, es la clave de la equidad económica para las mujeres, porque son ellas las que mandan. No importa si es alguien que vende en una tienda o alguien que tiene un negocio importante. Tienen identidad económica, libertad económica. Cuando una mujer gana dinero, el equilibrio de poder cambia en su casa, en su comunidad. Es muy diferente. ¿Saben por qué? Hay mujeres maltratadas que permanecen en una relación abusiva porque no creen que puedan proveerse económicamente a sí mismas y a sus hijos si se marchan.

Así que incluso eso es una cuestión económica. En el fondo, todo lo es, por eso pasé de la política a la economía, la clave es el dinero. No puedes presentarte a un cargo público si no sabes recaudar dinero. No tienes libertad si no tienes libertad económica. Así que por eso me he centrado en los negocios y en la economía durante 33 años. Y por eso hago el Global Summit of Women. Lo que hacemos allí es intercambiar lo que funciona, lo que funciona en tu empresa, lo que funciona en tu país, lo que funciona en tu negocio. ¿Qué haces como mujer para que todo funcione? Porque hacemos mucho.

Otro asunto que nos interesa mucho, porque esto es a lo que nos dedicamos en PROA, es cómo pueden contribuir la comunicación corporativa y las relaciones públicas a esta causa.

Bueno, primero, hay que tener más mujeres. Segundo, hay que mostrar a las mujeres que lideran las cosas. Los medios de comunicación, en general, no utilizan a las mujeres como expertas cuando hablan de cualquier tema. En Estados Unidos tenemos organizaciones de mujeres que han hecho estudios sobre cuántas veces se cita a una mujer, cuántas veces aparecen como expertas, como las describen… Después de que Hillary Clinton perdiera, la Universidad de Harvard hizo un estudio sobre el tipo de cobertura que recibía Trump y la que recibía Hillary. La de ella fue un 80 % negativa. Sobre él publicaban exactamente lo que decía, aunque fuera mentira. Solo mucho más tarde la cobertura fue más crítica. Esto era un estudio de Harvard, pero yo lo sabía porque hice campaña por Hillary. Lo vi en los debates, la forma en que la trataban, la forma en que le hablaban, era increíble. Así que no es solo la cobertura, es qué cobertura. En cualquier caso, las empresas de comunicación y relaciones públicas desempeñan un papel fundamental.

En relación a su experiencia como pionera, trabajando a favor de la participación y el liderazgo de las mujeres en la vida empresarial y política, ¿cómo ve a las nuevas generaciones de mujeres que continúan estos esfuerzos?

La pregunta es: ¿hay una nueva generación de mujeres que también abogan por otras mujeres? Sí, la hay, pero lo hacen de forma diferente. Y lo que me encanta es que son incluso más jóvenes. ¿Quién está detrás del activismo contra el cambio climático? Las chicas. En mi país, donde prolifera la violencia armada, ¿quiénes luchan contra ella? Las estudiantes de secundaria. Organizaron una marcha a escala nacional contra la violencia armada. Hay compromiso, pero de otro tipo, y utilizan mucho la tecnología. Pueden crear una multitud con solo enviar un mensaje de texto. Imagina si hubiéramos tenido eso en mi época, que nos manifestábamos por todo, y teníamos que fotocopiar las convocatorias y llamar por teléfono a la gente. No teníamos ordenadores, pero reuníamos multitudes porque éramos jóvenes y éramos quienes íbamos a cambiarlo todo. Y lo que descubrimos es que el cambio se produce, pero también puede ir hacia atrás. Así, en mi país, por un fallo del Tribunal Supremo ya no podemos decidir sobre nuestros derechos reproductivos, lo que te enseña a estar alerta. Una ley hoy puede desaparecer mañana. Depende de quién esté al mando, por eso quiero que haya más mujeres al mando, ya sea en la política o en los negocios. Por eso necesitamos más.

Siguiendo con el ámbito de la política, ya que usted fue presidenta de una organización bipartidista, el National Women’s Political Caucus, ¿cómo puede afectar la llamada polarización a las mujeres?

Creo que te refieres a que hay un movimiento conservador de derechas que está creciendo en muchos países, en Europa, en Estados Unidos, y volviendo, por ejemplo, en Afganistán y en otros países. Esa polarización afecta directamente a nuestro acceso a los derechos que creíamos vigentes, a las libertades que creíamos ganadas con esfuerzo y que ahora pueden desaparecer. Pero no puedes rendirte, por eso, a los 74 años, sigo haciendo esto. Porque un amigo me preguntó: ¿cuándo te vas a jubilar? Y yo le contesté: ¿qué voy a hacer cuando me jubile? La última vez que revisé todavía no había igualdad. Así que mientras la salud me lo permita, seguiré adelante. El cambio no se produce sin presión,  y a menos que las mujeres ejerzan esa presión, no cambiará. Ahora mismo, mucha presión viene del ala derecha de muchos países. Y proviene sobre todo de los grupos más antiguos que se sienten asediados, que sienten que las mujeres y quizás la gente de color, los inmigrantes, están tomando el poder. Tienen una sensación de desesperación porque la vida que conocían ha desaparecido.

Por último, hablemos del próximo Global Summit of Women que tiene lugar en Dubái en mayo. ¿Qué podemos esperar de esta gran reunión internacional?

Como mínimo, tendremos una buena muestra de mujeres que dirigen empresas, países y ministerios en un mismo lugar. Y no siempre vemos mujeres al mando. Por ejemplo, en la pasada cumbre había un grupo de IBM, unas 20 personas en Bangkok, que estaban entusiasmadas. Ellas podían ir a conferencias de tecnología, pero nunca habían estado en una reunión de mujeres de negocios en la que también estaban CEO de diferentes países, en la que ver a una mujer presidenta de un país, en la que hay hombres CEO hablando de igualdad de género en el lugar de trabajo. Una mujer de McKinsey, hace mucho tiempo en Alemania, dijo en su evaluación del encuentro: «Me fui con alas en la espalda». No se puede capturar eso, no es un papel, no es un documento. Es cómo hacer que las mujeres sientan que pueden hacer aún más.

Otra mujer me dijo que después de ir al Summit había decidido dejar su trabajo porque quería hacer algo en el ámbito internacional. Y es que todo el mundo habla de lo global como si lo entendiera, pero en realidad su experiencia real de lo global es muy limitada. Y por eso la cumbre logra mostrar lo global sin decir nada, porque estás al otro lado de la mesa con alguien de Azerbaiyán, Kazajistán, Camerún o Mongolia. Es una experiencia que no puedes replicar en ningún otro sitio. Realmente tenemos una participación global, es un aprendizaje que no puedes obtener yendo a una conferencia profesional habitual. Esto es lo que yo hago, o lo que intento hacer.

 

Nota: esta entrevista puede ser reproducida total o parcialmente citando a PROA Comunicación.

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