Repensar la comunicación

En estos días de parada obligatoria, que dan para leer con más calma y para pararse a pensar, me quedo con la siguiente reflexión del filósofo británico John Gray: “una ventaja de la cuarentena es que se puede utilizar para renovar las ideas. Hacer limpieza mental y pensar cómo vivir en un mundo alterado es la tarea que nos corresponde ahora. Para quienes no estamos sirviendo en primera línea, esto debería bastarnos mientras dure el confinamiento”.

Y yo esto lo aplico a mi terreno preguntándome: ¿tiene sentido la comunicación empresarial? A lo largo de muchos webinars a lo que he podido atender en estos días, constato que la comunicación y la labor periodística adquieren más peso y más valor que nunca. Con esta respuesta afirmativa la siguiente pregunta que surge es: ¿qué va a cambiar?

Es más que probable que la globalización de las últimas décadas se acabe y que, por lo menos durante un tiempo, nuestra forma de vida ligada a la movilidad permanente y sin límites se reduzca mucho. Esta misma globalización nos ha hecho entender que todas las empresas, grandes y pequeñas, somos interdependientes.

Ahora tendremos menos contacto físico pero nuestro contacto virtual ha crecido exponencialmente. La tecnología nos ayuda y nos ayudará más a vivir en estas condiciones de confinamiento. Internet nos está salvando del aislamiento y nos permite seguir con nuestras vidas. La pandemia reforzará el sentimiento de grupo y de comunidad. De hecho, ya lo ha provocado. Hasta ahora cuando nos sentíamos invulnerables parece que la autonomía personal era el bien más sagrado pero el coronavirus ha propiciado que la seguridad y sentirnos parte de un grupo sean lo más importante.

¿Y cómo aplica esto a la comunicación empresarial? Lo más importante será comunicar bien el propósito corporativo. Esta crisis, por contraposición con la de 2008, tiene una mezcla de miedos: el económico y el existencial; en esta mezcla explosiva el elemento más importante para la comunicación serán los propios empleados. Ellos tendrán que participar en la definición o aprobar ese propósito empresarial. Ahora la comunicación interna gana enteros y si esa parte no funciona a la perfección todo lo que se haga hacia afuera será mera cosmética y, por tanto, un ejercicio inútil.

La construcción de la imagen pública de una empresa empieza desde dentro teniendo bien definido el propósito y unos empleados que secunden ese propósito corporativo.

¿Existe algún mecanismo para controlar la crisis empresarial y de comunicación que un tsunami como el Covid provoca? La respuesta es “no”. Nuestras empresas ahora van a tener problemas de todo tipo, pero teniendo claro el propósito y a los empleados bien alineados la crisis será menor. El coronavirus debe llevarnos a replantearnos muchas cosas como empresas y como ciudadanos. Ante una crisis la empresa tiene mucho que perder: empleados, imagen, credibilidad, clientes… las empresas deberán reaccionar con inmediatez y lograr que los mensajes que se emiten sean claros, comprensibles y coherentes con el propósito empresarial. Ahora que perdemos menos tiempo en reuniones hay que dedicar tiempo a planificar para pensar y elaborar nuestros mensajes. Según la RAE la palabra “crisis” define “el momento decisivo de un negocio, grave y de consecuencias importantes”. Ahora vivimos momentos muy complicados como sociedad y desde el punto de vista empresarial en el que debemos reflexionar sobre la misión, la visión y los valores. Habrá que confirmarlos o reformularlos, pero ahora más que nunca la comunicación nos hace más humanos y por ello, mejores profesionales.

Esta tribuna ha sido publicada en el Boletín Diario del Seguro (BDS) de INESE.


Lucía Casanueva

Socia directora de PROA Comunicación

NOTICIAS RELACIONADAS