“Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”
Santiago Ramón y Cajal
Cuatro zonas cerebrales diferenciadas pero relacionadas entre si. Si no hemos desarrollado nuestra parte reptil, no seremos capaces de mantener los objetivos. Si no hemos desarrollado nuestra parte límbica no seremos capaces de creer en nosotros mismos. Mientras que si no hemos desarrollado la parte neocortical no seremos capaces de estar abiertos a las ideas de los demás, evolucionar y mejorar. Y finalmente, con el cerebro prefrontal le daremos sentido a lo que hacemos, a nuestro esfuerzo y a las dificultades, para no rendirnos nunca y seguir trabajando en alcanzar nuestros sueños.
Los cerebros son de superación progresiva. Es decir, el primer cerebro es imprescindible para que el resto se puedan establecer correctamente: así lo ha definido la naturaleza. Todos necesitamos tener objetivos y cumplirlos y además relacionarnos de una manera sana con nuestras emociones y la gente, a la vez que evolucionar y mejorar y encontrar el propósito en nuestra vida.
Es cierto que los seres humanos tenemos una preferencia cerebral, cada uno de nosotros notamos una predisposición. Si pones el foco en objetivos, tareas y resultados tangibles, eres más reptiliano. Si pones el foco en las personas, las relaciones, los procesos y el buen clima eres más emocional. Si pones el foco en aprender, entender y buscar las razones que hay detrás de los actos, eres más neocortical. Es importante que identifiques cuál es el cerebro preferente con el que funcionas, para que así puedas comprenderte desde un punto de vista neurocientífico, y a partir de ahí intervenir con mayor acierto en cualquier faceta de tu vida y, en concreto, en tu relación con el dinero.
Hasta ahora quizás no te habías parado a pensar qué sentías antes de actuar, no has sido todo lo consciente que necesitabas de la razón por la que hacías las cosas. Todo lo que hagas de ahora en adelante depende de tu capacidad para aprender: es algo que necesitarás hacer durante toda tu vida. El conocimiento está en el Neocortex, en el ¿por qué? Contestando esa pregunta es cuando aprendemos, cuando salimos de la zona de confort, de lo cómodo, de lo que ya sabemos. Hay que tener ganas de progresar y sentir la emoción de descubrir cosas nuevas. Te puedes quedar con lo que sabes y no seguir aprendiendo, bien porque no te interesa o porque no tienes la humildad de reconocer que no lo sabes todo.
El cerebro neocortical es el cerebro de la reflexión y del conocimiento. Es el que necesita aprender y para ello tiene que desarrollar la escucha y poner el foco en entender lo que sabe y lo que no, para aprenderlo. Saber es acumular conocimientos y tiene que ver con tomar decisiones y actuar; pero aprender es cambiar, es innovar, es generar nuevos saberes continuamente: hace falta una gran dosis de curiosidad, cansarse de lo que ya se sabe y aburrirse de hacer siempre lo mismo para estar abiertos a revolucionar.
Dado que aprendemos aquello que nos apasiona, aquello que nos genera una emoción, si ésta es positiva, lo que aprendemos perdura en el tiempo y la motivación emerge como un factor fundamental. Por eso mismo, un profesor tiene que estar enamorado de su trabajo porque de otra manera no puede entusiasmar a sus alumnos y éstos no aprenderán: solo acumularán conocimientos.
Hasta hace pocos años se creía que nuestro cerebro era estático e inmutable, que nacíamos con un número determinado de neuronas que iban perdiéndose con el paso del tiempo y que nuestros genes heredados condicionaban nuestra inteligencia. Actualmente, debido al progreso de los experimentos de la neurociencia, sabemos que existe la neuroplasticidad, una propiedad del sistema nervioso que permite adaptarse continuamente a las experiencias vitales, las cuales modifican nuestro cerebro todo el rato, fortaleciendo o debilitando las sinapsis que conectan las neuronas.
Nuestro cerebro cambia debido a sus asombrosas capacidades plásticas y de adaptación. Nos permite cambiar como personas y redefinir nuestra situación emocional con el entorno a través del esfuerzo consciente. Y nuestros propios pensamientos son capaces de generar la neuroplasticidad y condicionar nuestro comportamiento y aprendizaje.
“Yo soy así” es una barrera autoimpuesta para no cambiar. Te comportas de distinta manera según el contexto en el que te encuentras y tus costumbres pueden modificarse y amoldarse a tus necesidades. Por tanto, la frase “Yo soy así” es una excusa perfecta para no responsabilizarte y dejar de lado tu capacidad de adaptación, esa que todos tenemos y que nos convierte en animales sociales. ¿Quieres mejorar? ¿Quieres evolucionar? ¿Quieres tener una relación mejor con el dinero e incluso una economía mucho más saneada? Asume tu responsabilidad y ponte manos a la obra: sólo tú puedes cambiar las cosas y gran parte del éxito está en los hábitos y las competencias que desarrolles a partir de ahora.
Las referencias que en estos artículos se hacen a las estructuras cerebrales se realizan desde un método simplificado, no exhaustivamente científico, con el fin de facilitar su comprensión y aplicación a la vida cotidiana.
Próxima Semana: Hábitos y competencias en la gestión del dinero
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Rocío Ledesma del Fresno
Manager de Dextra Corporate Advisors y consejera de Navis Capital Desarrollo, SGEIC