Existen grandes metáforas sobre organización y comunicación empresarial incluso en actividades que parecen triviales. Un ejemplo sencillo lo encontramos en un ejercicio de manualidades: si cogemos una tira de papel y le damos media vuelta a uno de sus extremos para después pegarlo al otro extremo, obtendremos una cinta de Möbius.
Se trata de una superficie que ha fascinado a los matemáticos por sus propiedades topológicas únicas: en esencia, es una cinta bidimensional con una sola cara y un solo borde. Esta característica ha llevado a académicos como el profesor Reginald A. Litz de la Universidad de Manitoba y Arist von Schlippe del International Family Enterprise Research Academy (IFERA) a usar la cinta de Möbius como metáfora para las dinámicas de una empresa familiar. Tal y como describe Marta Elvira, profesora del IESE, la pregunta central es: ¿Dónde termina el ámbito familiar y dónde empieza el ámbito empresarial en esta cinta de Möbius?
En efecto, la cercanía de las relaciones familiares puede generar disfuncionalidades internas si no existe una delimitación clara de roles. Sin embargo, también ofrece ventajas significativas frente a empresas no familiares: mayor agilidad en la toma de decisiones, estabilidad societaria y una visión a largo plazo menos vulnerable a los seísmos accionariales.
Más allá de la gestión interna, la cinta de Möbius plantea desafíos en la marca de la empresa familiar, ya que la percepción externa de la compañía está inevitablemente ligada a los factores personales de sus líderes. La confianza de clientes, empleados y medios depende tanto de la calidad de los productos o servicios como de la autenticidad de quienes lideran la empresa.
Aquí es donde surge una oportunidad clave: la transmisión de los valores por parte del dueño suele ser mucho más auténtica y emocional. Como han declarado algunos fundadores: “Es como mi hijo”. Esta pasión y compromiso personal puede convertirse en un activo poderoso para la marca, siempre y cuando se complemente con una estrategia de comunicación profesional que estructure, proyecte y proteja esa autenticidad en todos los públicos clave.
Para que una empresa familiar transforme su identidad en un activo estratégico, es recomendable considerar varios ejes de actuación:
- Enfoque específico hacia el entorno familiar: La naturaleza de la empresa familiar exige un planteamiento diferenciado. La comunicación interna entre miembros de la familia con responsabilidades debe ser fluida, y debe existir una clara separación entre los asuntos familiares y las decisiones empresariales. Además, es recomendable contar con un plan transparente para procesos de sucesión en la dirección o propiedad, evitando fricciones que puedan dañar la cohesión interna y la percepción externa.
- Portavocía bien formada: La figura del portavoz, que suele recaer en el dueño o en un miembro clave de la familia, debe ser cuidadosamente seleccionada y entrenada. Invertir en habilidades de comunicación, medios, y manejo de crisis garantiza que la voz de la empresa proyecte confianza, coherencia y cercanía.
- Comunicación abierta y proactiva: La comunicación no se limita a la presencia en medios tradicionales; incluye foros, eventos sectoriales y redes sociales como LinkedIn. Hoy, un 93% de los consumidores y un 76% de los ejecutivos consideran que la visibilidad de un CEO genera confianza (Hootsuite). Para los líderes de empresas familiares, esta es una oportunidad única: pueden transmitir directamente los valores de su organización, estableciendo relaciones duraderas con clientes, colaboradores e inversores.
- Cultura de transparencia y consistencia: La reputación de la empresa familiar se construye sobre la confianza, pero esa confianza debe sustentarse en acciones y mensajes consistentes. La autenticidad sin estructura puede ser percibida como improvisación; la profesionalización de la comunicación convierte la pasión en un activo estratégico.
Con una implementación adecuada de estas medidas, la marca familiar puede transformarse en un verdadero activo intangible: genera vínculos sólidos con los públicos clave y potencia los resultados de negocio. La marca familiar no es solo una cuestión de identidad, sino una herramienta que combina confianza y rentabilidad, creando un círculo virtuoso entre reputación, valor percibido y sostenibilidad empresarial.
En definitiva, la cinta de Möbius nos recuerda que en la empresa familiar no hay límites claros entre lo personal y lo profesional: todo está conectado. La clave está en reconocer esta interconexión y gestionarla con estrategia, disciplina y autenticidad, para que la pasión se traduzca en confianza, y la confianza en éxito sostenido.